La desigualdad económica es un tema candente en el debate público y académico, que aborda cómo se distribuyen los ingresos y la riqueza entre las personas, tanto dentro de los países como a nivel mundial. Según los datos recopilados por Our World in Data, la desigualdad en muchos países es muy alta y, en numerosos casos, ha ido en aumento. Esta realidad se ve agravada por desigualdades superpuestas en áreas como la salud y la educación, creando un panorama complejo de disparidades socioeconómicas.
A pesar de la percepción generalizada de que la desigualdad está aumentando en todas partes, los datos revelan una imagen más matizada. Si bien es cierto que la desigualdad ha aumentado en muchos países, no es una tendencia universal. De hecho, la desigualdad global, después de dos siglos de aumento, ahora está disminuyendo. Este fenómeno se debe en parte al rápido crecimiento económico de países populosos como China e India, que ha reducido la brecha entre naciones ricas y pobres. Sin embargo, es crucial entender que la desigualdad global sigue siendo vasta y que las diferencias entre países siguen siendo un factor determinante en las condiciones de vida de las personas.
El análisis de la desigualdad de ingresos dentro de los países revela trayectorias diversas. Mientras que el aumento pronunciado de la desigualdad en Estados Unidos es bien conocido, los datos a largo plazo sobre los ingresos de los más ricos muestran que los países han seguido una variedad de trayectorias. Por ejemplo, en el Reino Unido, la desigualdad ha experimentado fluctuaciones significativas a lo largo del último siglo. Estos patrones divergentes subrayan la importancia de las políticas nacionales y las estructuras económicas en la configuración de la distribución de ingresos.
La concentración de la riqueza en manos de una pequeña élite es un aspecto crucial de la desigualdad económica. Los datos de la World Inequality Database (WID) muestran que, en muchos países, el 1% más rico posee una parte desproporcionada de la riqueza nacional. Esta concentración no solo afecta a la distribución de los recursos, sino que también puede tener implicaciones significativas para el poder político y la toma de decisiones económicas. La evolución de la participación en los ingresos del 1% y el 10% más rico a lo largo del tiempo proporciona una visión reveladora de cómo han cambiado las estructuras económicas y las políticas fiscales.
Un aspecto fundamental en el estudio de la desigualdad económica es el papel que juegan los gobiernos en la redistribución de los ingresos a través de impuestos y beneficios. Los datos de la OCDE y del Luxembourg Income Study (LIS) revelan que la magnitud de esta redistribución varía enormemente entre países. Algunos estados logran reducir significativamente la desigualdad a través de políticas fiscales y de bienestar, mientras que otros tienen un impacto mucho menor. Esta variación destaca la importancia de las decisiones políticas en la configuración de los resultados de la desigualdad y sugiere que los altos niveles de desigualdad no son inevitables, sino el resultado de elecciones sociales y políticas.
La medición precisa de la desigualdad económica presenta numerosos desafíos metodológicos. El coeficiente de Gini es una de las medidas más utilizadas, proporcionando un resumen único de la distribución de ingresos en una escala de 0 (igualdad perfecta) a 1 (desigualdad máxima). Sin embargo, otras métricas como la ratio de Palma o las participaciones en los ingresos de diferentes percentiles también ofrecen perspectivas valiosas. Es importante notar que las comparaciones entre países y a lo largo del tiempo pueden verse afectadas por diferencias en las definiciones de ingresos (antes o después de impuestos) y en los métodos de recopilación de datos. Our World in Data proporciona una exploración detallada de estos indicadores, permitiendo a los usuarios comparar y contrastar diferentes fuentes y medidas.
Ciertos países y regiones destacan en el estudio de la desigualdad económica. Estados Unidos, por ejemplo, ha experimentado un aumento dramático de la desigualdad desde la década de 1980, con el 1% más rico capturando una proporción cada vez mayor de los ingresos nacionales. En contraste, muchos países europeos han mantenido niveles de desigualdad más estables, aunque con variaciones significativas entre ellos. América Latina, históricamente conocida por sus altos niveles de desigualdad, ha mostrado algunas mejoras en las últimas décadas, según datos de la SEDLAC (Socio-Economic Database for Latin America and the Caribbean). Estos casos ilustran cómo las trayectorias de desigualdad están profundamente arraigadas en contextos históricos, políticos y económicos específicos.
Mirando hacia el futuro, la evolución de la desigualdad económica seguirá siendo un tema de intenso debate y preocupación. Los datos de Our World in Data sugieren que, si bien la desigualdad global puede estar disminuyendo, los desafíos dentro de los países persisten. Factores como la globalización, el cambio tecnológico y las políticas fiscales y de bienestar continuarán moldeando los patrones de distribución de ingresos y riqueza. La evidencia presentada demuestra que los altos niveles de desigualdad no son inevitables y que las políticas pueden tener un impacto significativo. A medida que las sociedades navegan por estos desafíos, la disponibilidad de datos precisos y análisis rigurosos será crucial para informar el debate público y las decisiones políticas sobre cómo abordar la desigualdad económica en el siglo XXI.
Fuente: Our World in Data - "Economic Inequality" por Joe Hasell, Pablo Arriagada, Esteban Ortiz-Ospina y Max Roser (2023). Disponible en: https://ourworldindata.org/economic-inequality